Adivinando el futuro.

Como suponía aquel día, N. el domingo tenía algo mejor para hacer (estaba indispuesta y además los padres estaban discutiendo). No me quería quedar en casa, así que me fui a lo de  mi ex, no sin antes reconocer que era lo que originalmente quería (a N. no tenía ganas de verla, la verdad es que antes de que ella dijera nada, yo ya me había excusado). Por supusesto que en lo de mi ex la pasé muy bien, eso siempre sucede porque nos queremos mucho y nos entendemos mejor. Bien.
El lunes la llamé a N. Y me rompió las bolas. El lunes tenía que hacer algo, el martes también porque era el día del amigo, el miércoles iba al médico, y así me pasó un itinerario extenso de lo que tenía que hacer en la semana. Y me calenté. Le dije que otra vez lo mismo, que yo no perdono dos veces, que se dejara de joder y se tomara las cosas como correspondía o que me lo dijera y así yo seguía mi camino (sin ella, claro). Le pedí, por favor, que pensara bien pero bien si yo le interesaba, qué quería de nuestra relación y qué no, qué estaba dispuesta a dar y ceder y qué no, qué cosas le gustaban y cuáles no, y le di como plazo final, hoy, miércoles. Todavía no ha llamado. ¿Qué sucederá? Cha-chán. I don't know. Pero asumo que se pudre todo. Y mejor, pues.
Ella dijo algo acerca de ir despacio, pero le conté que las relaciones son una plantita. Al comienzo es una semilla, chiquita, la cual hay que regar día a día para que desarrolle. Mucha agua, se pudre; poca agua, se seca. ¿Qué pasa con nuestra semilla, N.?
Besos y en estos días cuento lo acontecido. Hoy me voy al cine con mi ex. Adieu!